El aumento de la inactividad laboral en zonas rurales y su impacto en la disminución de la informalidad laboral nacional

El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) informó que la población en edad de trabajar en Perú aumentó a 25.6 millones, lo que representa un incremento del 1.5% a nivel nacional en 2022. El crecimiento se debió a un aumento en el ámbito urbano, con 20.9 millones (+2%), mientras que en las zonas rurales hubo una reducción del 0.8%. Esta tendencia negativa en el ámbito rural se ha mantenido durante los últimos años debido a la migración hacia las zonas urbanas en busca de mejores oportunidades laborales.

La población económicamente activa, que incluye a aquellos que trabajan o buscan empleo, alcanzó los 18.5 millones (+2.2%) en todo el país durante el año pasado, lo que representa una mayor demanda de empleo de calidad. Sin embargo, en el cuarto trimestre se produjo una salida significativa del mercado laboral debido al aumento de la inactividad a 7.4 millones de personas (+5.6% respecto al mismo período de 2021). La mayoría de las salidas se concentraron en las zonas urbanas, con 6.4 millones de inactivos (+4.1%; +253,400 personas) en el cuarto trimestre, aunque destacó el aumento en las zonas rurales, con 967,800 inactivos (+17.2%; +142,100 personas).

A pesar de esto, la tasa de participación laboral a nivel nacional acumuló un 72.4% el año pasado, lo que superó los resultados pre-pandemia, aunque se contrajo durante la segunda mitad del año hasta alcanzar un 69.3% en el cuarto trimestre. Esto significa que aproximadamente el 30% de la población en edad de trabajar no busca empleo ni trabaja, lo que puede explicarse por mayores responsabilidades como estudiar o cuidar del hogar, o por la falta de oportunidades laborales.

La contracción en los niveles de participación laboral es particularmente preocupante en las zonas rurales debido a múltiples factores, incluyendo los persistentes niveles de informalidad (95.3% en 2022, mismo nivel que en 2021), que desalientan la búsqueda de empleo debido a los bajos salarios característicos de este sector. Esto lleva a que las familias valoren menos el trabajo y se acentúe la presencia del trabajador familiar no remunerado (TFNR) rural (22.8% en el cuarto trimestre de 2022, frente al 4.9% urbano), según la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho).

Este resultado es particularmente alarmante si se considera que el 39.7% de los inactivos rurales se limitó a realizar tareas domésticas durante el cuarto trimestre, según la Enaho. Incluso si ingresaran al mercado laboral, probablemente terminarían en la situación de TFNR, lo que implicaría responsabilidades similares pero sin ingresos adicionales. Esto es aún más preocupante para las mujeres rurales, ya que el 38.4% de la empleabilidad femenina rural ocurrió en la modalidad TFNR en el cuarto trimestre[1], en comparación con el 6.7% de las zonas urbanas.

En el ámbito rural, la contracción en el empleo durante el cuarto trimestre del año pasado ha sido alarmante, disminuyendo a 3.8 millones de trabajadores (-3.6% en comparación con el mismo periodo de 2021; -139,681 empleos). Este descenso ha sido influenciado de manera severa por el empleo agropecuario rural, que retrocedió a 2.8 millones (-5%; -147,137 empleos) en el mismo trimestre. Es importante mencionar que la agricultura ha sido el principal generador de empleo rural, explicando el 74.2% de los puestos de trabajo en este ámbito geográfico durante el cuarto trimestre. La desaceleración del crecimiento económico del sector agropecuario en los últimos meses del año pasado, así como la contracción en diciembre, han reducido las vacantes de empleo rural y desanimado la búsqueda de empleo.

Entre los principales factores que explican la contracción del empleo agropecuario, sobresale la menor disponibilidad de insumos, como los fertilizantes, y la escasez de agua hacia el cierre del año debido a la presencia de sequías en múltiples departamentos. Lamentablemente, el pronóstico para el empleo agropecuario no es alentador, ya que entre agosto y diciembre de 2022, solo se sembró 1.2 millones de hectáreas (-14.1%) en los principales cultivos transitorios[2]. Esto se traduciría en menores cosechas para este año, según el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri). Los departamentos más afectados son Cajamarca (-32.4%), Puno (-15.1%), La Libertad (-12%), y Huancavelica (-20.8%), donde se concentran la mayoría de los cultivos transitorios a nivel nacional.

En contraste, el empleo urbano ha aumentado durante el cuarto trimestre, llegando a 13.9 millones de trabajadores (+1.9% respecto al mismo periodo de 2021). Los sectores que más destacan son otros servicios con 3.4 millones (+6.8%; +216,700 empleos), alojamiento y restaurantes con 1.2 millones (+9.4%; +99,476 empleos) y comercio con 3.1 millones (+1.2%; +36,369 empleos) en las zonas urbanas, según cifras de la Enaho.

A pesar de este incremento, la tasa de empleo informal urbana disminuyó solo al 70.5% en 2022, después del aumento de los trabajadores formales a 4.1 millones (+9.5%). Aunque se ha permitido el ingreso de 357,900 personas a la formalidad en este ámbito geográfico, todavía se sitúa por detrás de los niveles prepandemia, cuando la informalidad urbana bordeaba el 65%. Es importante seguir trabajando en políticas para reducir la informalidad laboral y lograr un mayor crecimiento económico sostenible.

Empleo formal

Durante el cuarto trimestre del 2022, el empleo formal en el sector privado aumentó a nivel nacional, según el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE). De acuerdo con los datos, la cantidad de trabajadores formales llegó a 4,095,061 en diciembre, lo que representa un aumento del 6.2% en comparación con el mismo mes del año anterior. Huancavelica, Amazonas y Pasco fueron los departamentos que tuvieron un mayor desempeño, con un aumento del 23.5%, 14.6% y 12.4% respectivamente.

Es importante destacar que el empleo formal en el Perú se caracteriza por niveles más altos de estabilidad en comparación con otros tipos de empleo, aunque cerca del 37% se explica por el fin de los contratos. Según estimaciones del investigador principal del Grupo de Análisis Para el Desarrollo (GRADE), Miguel Jaramillo, los efectos nocivos sobre el empleo formal no necesariamente se traducen en una contracción, debido a las dificultades para despedir trabajadores, incluso cuando se trata de causas justificadas o mal desempeño de la empresa.

Sin embargo, los departamentos más afectados por las protestas durante los últimos meses del año sufrieron una pérdida de dinamismo en el crecimiento del empleo formal privado. En Puno, por ejemplo, el empleo formal privado creció a un ritmo promedio del 7.4% entre julio y noviembre en comparación con los mismos meses del año anterior, pero registró una contracción del 1.2% en diciembre. Asimismo, en Ica, Apurímac, Junín y Cajamarca, el empleo formal privado perdió dinamismo de manera significativa en diciembre en comparación con los resultados de meses previos.

La inestabilidad política y la falta de políticas públicas efectivas han afectado severamente el desempeño del mercado laboral en 2022. Incrementar la formalidad en las zonas rurales es prácticamente imposible sin incentivar el desarrollo del sector agropecuario, que ha sufrido una contracción severa en siembras durante la actual campaña agrícola debido a las compras fallidas de fertilizantes y la falta de prevención ante las sequías. Si se continúa interrumpiendo el desarrollo económico, el empleo formal seguirá retraído a nivel nacional en comparación con el periodo prepandemia.

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[1] Se considera la información reportada por el 99.8% del total de inactivos a nivel nacional.

[2] Comprende los cultivos cuyo ciclo de crecimiento es menor a 12 meses y que se volverán a sembrar después de la cosecha.

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