Según Gallup 2022, hasta el 50% de los empleados confiesan que están psicológicamente desvinculados de sus trabajos. Además, la encuesta realizada por Bumeran expuso que el 42% de los trabajadores peruanos se considera en una etapa de renuncia silenciosa.
Otra vez el despertador. A desgano te levantas de la cama y te alistas para el trabajo, sabes que será otro día de lidiar con las responsabilidades del trabajo, a la espera de que finalmente llegue la hora de volver a casa. Esta escena, que muchos podrían pensar como una simple desmotivación laboral, en realidad se repite a lo largo y ancho del planeta entre millones de trabajadores que, sin llegar a abandonar sus puestos, se limitan cada vez más a hacer lo mínimo imprescindible en su rol, pero ni una tarea más. Estamos en presencia de la llamada renuncia silenciosa (o quiet quitting, por su término en inglés), que en los últimos casi dos años se ha tornado tema de conversación y preocupación en el capital humano, principalmente por la alta rotación de colaboradores.
Pero ¿qué es la renuncia silenciosa o “quiet quitting”?, en palabras de Robinson Bustamante, Business Development Manager en Visma Latam, “El fenómeno de la renuncia silenciosa refiere a una actitud laboral en la que los colaboradores se limitan a hacer sólo las tareas mínimas de su rol, ajustándose a la jornada laboral estrictamente acordada en su contrato. En consecuencia, y si bien estas personas siguen yendo a trabajar y cumpliendo con sus responsabilidades más esenciales, ya no están dispuestas a “dar la milla extra”. Por ejemplo: llegar temprano, quedarse después de hora, participar de reuniones que no sean obligatorias o aportar ideas. Desde el aspecto psicológico, se trata de una vivencia de desmotivación y cansancio en la que el trabajo pasa a ser secundario para quien lo realiza”.
Tal como explica el Foro Económico Mundial, no hay una sola causa para el ‘quiet quitting’. Para algunos, especialmente entre los más jóvenes de la generación Z, podría tratarse de una manera de sobrellevar el burnout.
En esta línea, Forbes explica que, durante los primeros seis meses de la pandemia, quienes pudieron conservar sus empleos tendieron a adquirir responsabilidades adicionales. Pero, con el correr de los meses, no sólo estas supusieron mayor desgaste laboral, sino que volvieron borrosos los límites entre la vida laboral y profesional.
Además, Bustamante expone que “el contexto de pandemia implicó para muchos colaboradores un replanteo de prioridades y, con ello, una búsqueda de mayor flexibilidad laboral. Asimismo, tuvo lugar un auge de la “economía de la pasión”, en la que las personas buscaron invertir tiempo en actividades que disfrutan”.
Existen ciertos síntomas que ayudan a reconocer la renuncia silenciosa de un colaborador, como por ejemplo:
- Falta de iniciativa para asumir nuevas responsabilidades o proyectos.
- Falta de interacción, evitar actividades sociales relacionadas con el trabajo.
- Creciente ausentismo, que puede expresarse en llegadas tarde o ausencias sin previo aviso.
- Cambios de actitud que llevan al colaborador a estar más pesimista o con una actitud negativa.
En este sentido, Robinson Bustamante recomienda algunos ajustes para evitar que el quiet quitting sea un problema dentro de nuestro ambiente laboral:
- Fomentar una cultura de bienestar
Así como tener expectativas realistas respecto de sus colaboradores, es responsabilidad de los líderes fomentar una cultura que los aliente a cuidar de sí mismos. Fomentemos el tiempo de desconexión digital y establecer plazos basados en necesidades comerciales reales.
- Priorizar la comunicación
Busquemos una comunicación abierta y honesta. Para ello, es importante dar a conocer a los colaboradores (particularmente a aquéllos que se sospecha puedan tener dificultades) que pueden acercarse con su inquietud sin temor a ser juzgados o a sufrir consecuencias negativas en su trayectoria profesional.
- Ser proactivo
Para tomar cartas en el asunto, no hay que esperar a que un colaborador se haya desmotivado completamente. Ante las primeras señales de renuncia silenciosa, es importante acercarse a indagar por qué se sienten agotados y promover cambios positivos.
El experto finaliza diciendo que “Si bien el rostro visible de una organización son los colaboradores, la renuncia silenciosa implica activamente a las organizaciones, desde su cultura y estilo de gestión, hasta el salario emocional que invierten en sus colaboradores. Hoy debemos velar por hacer del lugar de trabajo un sitio de bienestar mental donde cada persona se sienta cómoda y pueda desarrollarse profesionalmente de manera plena. Fidelizar a un colaborador es vital para el crecimiento de la compañía, las organizaciones pueden contribuir a identificar posibles indicios de este fenómeno para mejorar el ambiente laboral del colaborador y potenciar sus resultados”.