En el actual escenario político peruano, nos encontramos navegando en aguas turbulentas, con un Gobierno de izquierda carente de liderazgo y un Congreso populista y fragmentado. Esta combinación explosiva ha desatado una serie de consecuencias nefastas que amenazan el bienestar y el futuro de todos los peruanos.
La debilidad gubernamental y la falta de cohesión en el Congreso están minando los cimientos de nuestra economía. La reciente rebaja en la calificación crediticia del Perú es solo el más reciente síntoma de un mal que aqueja a nuestra nación. Esta situación no solo afecta al Estado, sino que repercute directamente en las empresas y en cada ciudadano. El acceso al crédito se encarece, dificultando la inversión y el desarrollo de proyectos que podrían generar empleo y mejorar los ingresos familiares.
El Gobierno, lejos de ser un baluarte de estabilidad, ha contribuido al deterioro institucional con decisiones vergonzosas e irresponsables. El caso del Consejo Fiscal es un ejemplo flagrante de esta falta de compromiso con la disciplina fiscal. En lugar de tomar en serio las advertencias sobre el manejo de las finanzas públicas, se optó por silenciar las críticas y privilegiar los intereses políticos sobre el bienestar del país. Esta actitud no solo socava la confianza en las instituciones, sino que también desalienta la inversión y el crecimiento económico.
Por otro lado, el Congreso no se queda atrás en esta triste saga de desaciertos. Sus acciones irresponsables, como aprobar aumentos salariales injustificados y promover leyes populistas que socavan la estabilidad fiscal, muestran una falta alarmante de visión a largo plazo. El populismo rampante que impregna muchas de sus decisiones solo sirve para exacerbar los problemas económicos y sociales que enfrentamos.
Es evidente que necesitamos un cambio de rumbo urgente. Urge una nueva generación de líderes políticos que antepongan los intereses del país sobre los intereses partidistas. Necesitamos un Gobierno con visión, capaz de tomar decisiones difíciles en aras del bien común, y un Congreso responsable, comprometido con la estabilidad económica y el desarrollo sostenible.
Los peruanos merecemos un futuro mejor, pero este solo será posible si abandonamos la política del populismo y la miopía política. Es hora de exigir madurez y responsabilidad a nuestros representantes. Es hora de poner siempre al Perú por delante.