José Jerí asume la presidencia del Perú tras la vacancia de Dina Boluarte

Por Manuel Villalva

Un relevo constitucional que pone a prueba la estabilidad política y la madurez institucional del país.

La madrugada del viernes 10 de octubre, el congresista José Jerí (Somos Perú) juró como presidente de la República, tras la vacancia de Dina Boluarte aprobada por el Congreso. A sus 38 años, Jerí se convierte en el tercer mandatario del actual quinquenio (2021-2026) y asume el poder en un contexto de fatiga institucional, polarización política y debilidad económica.

Hasta su juramentación, Jerí presidía el Parlamento desde julio pasado. De acuerdo con la línea de sucesión prevista por la Constitución, le correspondía asumir la jefatura del Estado. En su primer mensaje a la Nación, el nuevo mandatario afirmó:

“Hoy asumo con humildad la presidencia de la República por sucesión constitucional, para instalar y dirigir un gobierno de transición, de empatía y de reconciliación nacional, de amplia base. Tenemos que construir, juntos, acuerdos mínimos.”

Su discurso marcó un tono conciliador, en contraste con la crispación política que caracterizó los meses previos. No obstante, el reto inmediato será sostener la gobernabilidad, preservar la estabilidad macroeconómica y garantizar la continuidad del proceso electoral de 2026.

El contexto: crisis reiterada y fatiga ciudadana

El relevo presidencial ocurre en medio de una prolongada inestabilidad política. En apenas tres años, el país ha tenido tres jefes de Estado: Pedro Castillo, Dina Boluarte y José Jerí, todos producto de sucesivas crisis entre el Ejecutivo y el Congreso.

Este escenario ha impactado negativamente en la confianza empresarial, la inversión privada y la ejecución presupuestal, tres ejes esenciales para la recuperación económica. Según analistas, el nuevo mandatario deberá actuar con prudencia fiscal y liderazgo político para evitar que la incertidumbre se agrave.

Jerí, que llegó al Congreso como accesitario de Martín Vizcarra, inhabilitado por el caso Vacunagate, deberá también enfrentar un Congreso fragmentado, con bloques que responden más a intereses coyunturales que a programas de gobierno definidos.

Los desafíos del nuevo gobierno

El principal desafío será reconstruir la confianza en las instituciones, especialmente en el Ejecutivo y el Parlamento. Para ello, se requiere no solo un gabinete técnico y plural, sino también una hoja de ruta clara que oriente los seis meses de transición hacia la estabilidad democrática y la transparencia electoral.

Asimismo, el país enfrenta una ralentización del crecimiento económico, con tasas inferiores al 2% anual, un incremento de la informalidad laboral y brechas persistentes en educación, salud y seguridad. La viabilidad política del gobierno interino dependerá, en gran medida, de su capacidad para atender los problemas cotidianos de la población sin caer en improvisaciones populistas.

“El reto de José Jerí no será solo administrar una transición, sino demostrar que la sucesión constitucional puede ser también una oportunidad para recuperar legitimidad y gobernabilidad.”

El Perú enfrenta nuevamente un cambio de mando no por voluntad popular, sino por crisis política. Cada sucesión constitucional ha representado una oportunidad —y una advertencia— sobre la fragilidad de nuestro sistema político.

En los próximos meses, la figura de José Jerí se medirá no por la extensión de su mandato, sino por su capacidad de proteger la institucionalidad, garantizar elecciones transparentes y devolver confianza a un país exhausto de la incertidumbre.

El futuro del Perú dependerá, una vez más, de si el relevo se convierte en una pausa responsable o en un nuevo episodio de inestabilidad.

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