El enfoque ágil, que por años dominó la gestión de iniciativas tecnológicas y de innovación, ya no se perfila como el predilecto de las organizaciones. Según el informe “Pulse of the Profession 2024” del Project Management Institute (PMI), el uso de marcos ágiles como Scrum cayó de 27% en 2020 a 25% en 2023, mientras que los enfoques híbridos —que combinan formas de trabajo ágiles y tradicionales— crecieron de 20% a 32% en el mismo periodo.
“La agilidad no ha muerto, pero está en una etapa de transformación”, afirma Javier Gomez, especialista en gestión de programas, proyectos y servicios, así como docente de Zegel, institución especializada en negocios. El problema surge cuando se adopta Scrum sin considerar si es el marco más adecuado para el tipo de trabajo a realizar o el contexto de la organización.
De acuerdo con Scrum Alliance, Scrum sigue siendo el marco ágil más extendido; sin embargo, su mala implementación ha generado descontento. En efecto, muchas organizaciones suelen omitir elementos clave como el Product Goal, el Sprint Goal y la Definition of Done, lo que impide que los equipos entreguen valor real de forma continua.
Además, la versión más reciente del PMBOK (2021) recomienda evaluar el nivel de incertidumbre, la estabilidad del alcance y la frecuencia de entrega antes de elegir un enfoque de gestión. Estas recomendaciones han llevado a más empresas a adoptar modelos híbridos que ofrecen mayor flexibilidad y adaptabilidad.
“La agilidad no debe aplicarse como una moda. Su esencia está en la capacidad de adaptación, no en la velocidad”, sostiene Gomez. “Las organizaciones que entienden esto están logrando mejores resultados combinando herramientas de distintos enfoques”.
Tres consejos clave para aplicar agilidad con criterio:
- Diagnosticar el contexto de la iniciativa. No todo requiere Scrum. Evalúa el entorno, plazos y objetivos antes de elegir un marco de trabajo.
- Formar equipos en fundamentos ágiles. Comprender principios y artefactos evita errores comunes y garantiza una implementación efectiva.
- Adoptar enfoques híbridos cuando sea necesario. Combinar herramientas de gestión permite una respuesta más flexible a desafíos cambiantes.
En lugar de desaparecer, la agilidad se está redefiniendo, y ese proceso requiere menos rigidez metodológica y más pensamiento estratégico. “Las metodologías deben servir a los objetivos, no al revés”, concluye el especialista en gestión.