Participación del productor agrícola primario en la cadena de valor

Por Jorge Lazo Zúñiga

El desarrollo y distribución de los ingresos en los productos agropecuarios a nivel mundial, entre los años 1930 y 2010, muestra que la participación de los agricultores primarios disminuyó de 48% en 1930 a 4.6% en el 2010. La mayor parte de esta reducción fue absorbida por la industria y transformación, cuya participación aumentó de 40 a 72 % durante ese mismo periodo. Esto nos muestra que el sector servicios tiene la mayor incidencia en la formación de los precios finales.

En América Latina, de la cadena productiva comercial según el INTA (Argentina), los productores primarios reciben entre el 15 y el 25% del valor final del producto puesta en la góndola de los supermercados. Bragachini, 2011 de la Universidad de Nebraska estima que estos porcentajes en el corto plazo disminuirán aún más.

En el Perú para muestra un botón, en la cadena de valor del cacao, el productor primario tiene una participación de entre 2.5 y 4.6% del precio final cuando vende cacao en semilla, y cuando lo procesa a chocolate puede llegar a un 55.6%. El problema con estos productos procesados, en la mayoría de los casos, es que no llegan a tener la calidad final que el consumidor requiere, y por la que está dispuesto a pagar un mejor precio.

En el caso de la quinua, el productor primario tiene dos formas de producir y comercializar la misma; en uno de los casos vende lo que denomina quinua convencional, que es la producida con fertilizantes y agroquímicos, en este momento el precio de venta en chacra es de aproximadamente S/. 3,5 por kilogramo. En el caso de la quinua producida en forma orgánica el precio suele oscilar entre un 10 y 20 por ciento más sobre el precio de la quinua convencional. En estos momentos es de aproximadamente S/. 4.00 soles por kilogramo.

El precio recibido por el productor primario de quinua orgánica, solo represente un 18% del precio final pagado por el consumidor, el 82 por ciento del precio es absorbido por la industria y servicios (intermediarios).

Considerando los dos ejemplos anteriores, el peor negocio del mundo aparentemente es ser productor primario, por lo que los productores y sus organizaciones tendrán que desarrollar capacidades y habilidades para incorporarse dentro de la gestión que genera valor, de lo contrario siempre estarán lamentando su pobreza.

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