Cada vez más personas eligen su destino de viaje en función de lo que van a comer. Y en ese mapa global de sabores, Perú ha logrado posicionarse como un punto obligatorio. El reciente reconocimiento de MAIDO como el mejor restaurante del mundo, según The World’s 50 Best Restaurants 2024, no hace más que confirmar una tendencia en alza: la cocina peruana no solo conquista paladares, también inspira viajes.
Pero esta tendencia no solo se da entre viajeros extranjeros. Cada vez más peruanos deciden recorrer su propio país motivados por los sabores que ofrece cada región. Desde una pachamanca en las alturas de Ayacucho, hasta un arroz con pato en Lambayeque o un juane amazónico en la fiesta de San Juan, la comida se ha convertido en una excusa poderosa para explorar el Perú. La gastronomía nacional es, al mismo tiempo, identidad y destino.
De hecho, según PromPerú, aproximadamente el 15% de los turistas internacionales que llegan al país consideran la gastronomía como una motivación importante en su visita. Pero ¿qué hace que Perú sea distinto? ¿Por qué aquí la cocina se convierte en una experiencia turística tan poderosa?
Franco Chaparro, director Comercial de NM Viajes, explica las razones:
1. Una despensa natural incomparable
La riqueza geográfica de Perú —con costa, Andes y Amazonía— permite que el país tenga una variedad de ingredientes difícil de igualar. Desde papas nativas cultivadas a más de 3,000 msnm, hasta frutas exóticas, pescados de mar frío y hierbas amazónicas. Esta diversidad de insumos no solo enriquece la cocina, sino que motiva a viajar para conocer su origen. Visitar una chacra en el Valle Sagrado o una caleta en Tumbes permite descubrir de dónde vienen los sabores que nos representan.
2.Gastronomía como reflejo cultural
La cocina peruana no es solo mezcla de sabores, también es un espejo de nuestra historia. Cada plato cuenta una historia de migraciones, herencias e influencias: desde la tradición andina, hasta los aportes de la cultura china, africana o japonesa. Comer en Perú —ya sea un anticucho en la calle o un menú degustación en un restaurante de autor— es una forma de conectarse con la diversidad que nos define.
3. Alta cocina y tradición popular
Una gran fortaleza de Perú es que conviven restaurantes de talla mundial como MAIDO, Central o Kjolle con espacios populares de altísima calidad: cevicherías de barrio, picanterías tradicionales, mercados o cocinas de autor fuera del circuito limeño. Esta coexistencia da lugar a una experiencia democrática del sabor, accesible para todos, que impulsa tanto el turismo de lujo como las escapadas familiares de fin de semana.
4. Turismo con propósito
Hoy los viajeros buscan experiencias reales, no solo fotos. En Perú, muchos recorridos gastronómicos incluyen contacto con productores locales, visitas a huertos, clases de cocina o festivales regionales. Eso genera una conexión más profunda con los territorios y las personas que los habitan. La gastronomía se convierte así en una puerta de entrada para entender mejor el país.
“A diferencia de otros destinos, en Perú la gastronomía está en todas partes: en la ciudad, en la montaña, en el río, en las fiestas, en los mercados. Es transversal. Por eso se convierte en una forma de viajar”, señala Chaparro.
Desde NM Viajes, por ejemplo, se proponen rutas como: Lima gastronómica + Amazonía con cocina local; Cusco cultural con experiencias culinarias en el Valle Sagrado; o Norte Peruano, mar y sabores. Todas están diseñadas para que el viajero —ya sea extranjero o peruano— descubra que, en el Perú, cada plato tiene una historia y cada bocado puede ser el inicio de una nueva aventura.